Horacio Millán Pelayo Columnista 
Publicado el Martes, 18 Julio 2017 14:36

TREINTA Y DOS REFERENCIAS DE LA MÚSICA COLOMBIANA SOBRE VIOLENCIA Y CONFLICTO HISTÓRICO

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Sexteto Cinco más uno, Fuerza área colombiana.   Ganadores Festival Mono Núñez 2011. Sexteto Cinco más uno, Fuerza área colombiana. Ganadores Festival Mono Núñez 2011. Cortesía: Funmúsica

TREINTA Y DOS REFERENCIAS DE LA MÚSICA COLOMBIANA SOBRE VIOLENCIA Y CONFLICTO HISTÓRICO

Por HORACIO MILLÁN PELAYO

“Lo poco que cuesta un tiple y lo bonito que suena; lo mucho que cuesta un rifle y lo tan jeroz que truena”.
Jorge Velosa.

 

La música funciona como una radiografía del sentir social, un grito de esperanza y a veces de desespero; como todas las músicas, se le compone al amor, a las vivencias cotidianas del ser humano en sus contextos particulares. La violencia que por años ha vivido la patria no es ajena al registro sonoro y constituye en sí un aporte a la historia como narración del sentir cotidiano, de las frustraciones y expresiones del impacto en lo social en el ser individual, la familia y el modo de vida.

 

No debería ser noticia que una región determinada quiera y avance en el propósito de vivir en paz, porque ese debería ser el estado normal de toda población, familia o zona geográfica. No pretendo en este artículo asumir una postura que implique estar de acuerdo o no con los procesos de paz porque por la experiencia que ya hemos tenido recientemente, el mismo conflicto ha generado más conflicto y acérrimas posiciones que son combustible de más odio, división y que confluyen en lo político. Tampoco pretendo hilar una historia o defender una tesis, sencillamente quiero citar un conjunto de obras colombianas que reflejan el sentir frente a la situación de violencia que sin duda ha lastimado la nación y ha concentrado recursos, esfuerzos y sufrimientos que bien pudieran dirigirse a una puesta en marcha de un verdadero desarrollo para un beneficio de todos.

 

sexteto

Sexteto Cinco más uno.    Ganadores Festival Mono Núñez 2011.
Cortesía:   Funmúsica

 

Compositores e intérpretes han dinamizado el pentagrama nacional abordando estas temáticas desde diferentes ópticas: maltrato de patronos a obreros, desplazamiento y abandono rural, violencia en la ciudad, transformación del esquema tradicional de familia, política, agresión contra la naturaleza, corrupción y muchos otros tópicos a través de textos que van desde lo narrativo, describiendo una situación que afecta y que se sale de control, pasando también por lo propositivo y hasta una voz de esperanza que nace de la vivencia personal y el deseo de una configuración social más acorde al imaginario de paz.


1. Ayer me echaron del pueblo, Bambuco de Jose A. Morales López.    De esta bella obra se dice que es una de las primeras canciones de protesta en Colombia. Narra la situación de condición social, trato abusivo de un patrón, hacer justicia por las propias manos, tenencia de tierras e igualdad. Presenta un lenguaje idiosincrático y no se trata de error de escritura ni de transcripción: “Ayer me echaron del pueblo porque me negué a jirmar la sentencia que el alcalde a yo me hubo de implantar, porque tuve con mi mano al patrón que castigar cuando quiso a mi jamilia llegármela a irrespetar… porque uno es probe y carece de jincas como el patrón, tan creyendo que por eso también nos jalta el honor, entones hay que enseñarles que en cuestiones del amor, tuiticos semos iguales y tenemos corazón…”

2. El Barcino, Sanjuanero de Jorge Villamil Cordobés. El mismo compositor quiso luego de ser famosa su obra, pedir que quitaran la mención a un jefe de un grupo guerrillero: “Cuando en los tiempos de la violencia se lo llevaron los guerrilleros, con Tiro fijo cruzó senderos…”

3. A quien engañas abuelo, Bambuco de Arnulfo Briceño Contreras. La violencia bipartidista dejó secuelas imborrables, familias incompletas y argumentos difíciles de entender y presentar a las futuras generaciones: “A quien engañas abuelo, yo sé que tú estás llorando, ende que taita y que mama arriba tan descansando, nunca me dijiste como, tampoco me has dicho cuándo, pero en el cerro hay dos cruces que te lo están recordando”, refiere el desplazamiento y abandono del agro: “el odio todo ha cambiado, los piones se fueron lejos, el surco esta abandonado…” y más luego chucho el arriero (el que vive en los cañales…) narrará que “a unos los matan por godos a otros por liberales…”.

4. Daniela, Bambuco de Guillermo Calderón Perdomo. Presenta un dilema de tamaño mayúsculo, ¿Cómo contarle a la nueva generación el porqué de la violencia?: “pronto dirá mamá, ¿luego que más dirá?, no sabe que es mejor si el callarse o hablar… y cuando crezca y pregunte ¿por qué en la guerra unos se matan mientras otros conversan?… ¿por qué otros niños viven bajo la tierra?, ¿por qué unos tienen y otros no?, ¿qué le diría?, yo no sabría, si es que yo mismo no lo sé todavía...”

5. El corazón de la caña, Bambuco de Jose A. Morales López.    “Lo mismo cortan las vidas por el placer de cortarlas, para que quede la tierra con dolores en el alma… porque las manos labriegas que saben acariciarla, las cortan como a la caña por el placer de cortarlas… ”

6. Canción de amor entre mi patria y yo, Pasillo de Luz Marina Posada Montoya.   Sobre el sentir e impotencia frente a la cruda y crítica situación del país y con rasgos de profundo amor patriótico: “es mi suelo y mi sol, heredad y promisión y en su fértil verdor se empecina la vida, yo conozco su olor, su lamento su canción, no hay nada que ocultar entre mi patria y yo… la podría abrazar desde la selva hasta el mar si con mi abrazo se sanaran sus heridas, y a pesar del dolor sigue pariendo color, prodiga sus dulzuras, alienta mi voz. Y es verdad cuando dicen que estos días, no han sido buenos días para mi patria y yo, se nos anda escondiendo la alegría, pero no es fácil acallar el ansia de una nueva luz que tenemos mi patria y yo… si con solo cantar la pudiera confortar, sin duda cantaría hasta perder la voz…”

7. Violencia, Cumbia de José Benito Barros Palomino. “Oigo un llanto que atraviesa el espacio para llegar a Dios, es el llanto de los niños que sufren, que lloran de terror, es el llanto de las madres que tiemblan con desesperación, es el llanto, es el llanto de Dios; violencia, maldita violencia, porque te empeñas en teñir de sangre la tierra de Dios... volencia, ¿por qué no permites que llegue la paz, que puedan los niños dormir en sus cunas sonriendo de amor?”

8. Que será de mi país, Bambuco de Jhon Jairo Claro Arévalo. Sobre el mal ejercicio de la política como generadora de desigualdad y consigo la violencia: “Que será de mi país, tantas veces lo han robado, cometiendo peculado… dictaminan y legislan con el mazo del derecho, a las leyes le cuelgan micos, se comportan como perros… se presentan bondadosos antes de las elecciones prometiendo lo imposible... que será de mi país, pal de ruana y alpargata, si una cosa piensa el burro y otra cosa el que lo enjalma... la muerte va floreciendo con la anuencia de la gente, la razón es lo de menos, solo vale ser valiente… que será de mi país que ha perdido la memoria, le jugamos a la suerte no miramos que la historia se repite con dolor y persistencia, que se vayan pal carajo los factores de violencia…”

9. Colombia en Paz, Bambuco de Hector Orejarena. “Quisiera encontrar como la otra vez, senderos de gloria; serenatas dar, de noche pescar y borrar la herida que dejó el cambiar por odio fatal tu lejana historia de la libertad, pensar y tener derecho a la vida, la paz y el folklor por razón de honor, hay que rescatar: basta respetar, tolerar y amar a nuestros hermanos, hasta que soldados y guerrilleros puedan cantar y entonar en coro: ¡que viva Colombia, ese patria grande de todos los colombianos…!”

10. Mi país, Bambuco de Guillermo Calderón Perdomo.   Visión citadina de la violencia y terrorismo originado en el tráfico de drogas: “oh mi país, algo que llevas dentro, te hace morir a fuego lento, cuando vuela en pedazos cada ciudad, cuando el veneno blanco se va esparciendo, cuando en tu nombre reina la impunidad, cuando tus hijos van desapareciendo… es tu gente que no quiere más morir, es un clamor un grito, es Colombia entera…”

11. Planta sagrada, Bambuco sureño de Gustavo Adolfo Renjifo Romero.   Protesta sobre la pérdida de la inocencia, irrespeto por las comunidades indígenas y la perversión en el uso de la naturaleza que representa en gran medida, el núcleo de la crisis social. “la coca de mi jardín tiene las hojas bonitas y comparte su inocencia con dalias y margaritas… la coca de mi parcela en mi alma está enraizada con maíz, plátano y yuca comparte tierra sagrada, planta bendita y hermosa que habitas en mi vereda, cuando te llevo en mi boca, no hay nada que yo no pueda, porque me llenas el alma cuando te llevo conmigo, porque me calmas el hambre y haces mas corto el camino… es tesoro de mi pueblo, planta inocente que en mi suelo quiero tenerte yo, sembrada como un regalo de mi abuelo… eres regalo del sol, hoja que me das la vida y mis hermanos mayores allá en la sierra te cuidan… planta bendita y hermosa, eres la mata que sana pues me quitas el soroche cuando te bebo en tisana… ”

12. La Brecha, Cumbia de Luz Marina Posada Montoya. “…pero es que era de esperarse, la grieta era ya tan grande y nadie la reparó, más bien todo lo contrario, cada cual para su lado pero todos con tal fuerza que una brecha se formó… ojo con la brecha que te pone izquierda o derecha, ojo con la brecha que te vuelve rojo o a azul, ojo con la brecha que sino está arriba esta abajo, ojo con la brecha que divide a la multitud…”

13. El sueño, Bambuco de Guillermo Calderón Perdomo.    La narración de un hombre llamado Juan, quien sueña que sus propias tierras, sus ganados y hasta su propia vida… de verdad le pertenezcan.

14. El Campesino embejucado, Rumba criolla de Oscar Humberto Gómez.   “me tienen arrecho con tanta hijuepuerca preguntadera, que color tiene mi bandera, que si yo soy godo o soy liberal… me tienen mamao con tanta hijuepuerca interrogadera, que si yo a la tropa le abro la cerca, que si le doy el agua de mi manantial… yo soy campesino trabajador, pobre y muy honrao; vivía muy alegre pero me tienen embejucao... a todos ustedes yo les contesto y quero que quede muy claro esto: yo no soy de nadie, hago el bien, no hago el mal… a mi naide viene sino cuando tienen las elecciones, llegan a joder que con los colores y los dotores que cambio harán… yo soy hombre del campo o mejor dicho, soy campesino, así que le ruego, suplico y pido, ya no más preguntas, no me jodan más… ”

15. María, paisaje postmoderno; Bambuco de Jorge Camacho. Obra inédita ganadora Mono Núñez 2011.  “Cansada despierta María a luchar valiente por el pan de cada día, aún pariendo sueños, sueños de nostalgia; se interna la bella María en la selva nueva de acero y cemento, donde nadie escucha su triste lamento; ayer no más era la reina de aquella parcela y del buen José; ayer nomás aquella estrella titiló por ella al verla feliz; ayer nomás llegaron ellos, gritos y disparos y cayó José; tuvo que correr sin saber porque, tuvo que correr sin saber a dónde, sin saber siquiera cual era el destino de su nueva estrella. Con su crío en brazos, llanto amamantando, apretó los dientes, como apretó el paso y hasta aquí llegó. Hoy en la huerta del andén, no brotan rosas ni esperanzas, cultiva pan, pan y monedas, triste limosna mujer; junto al semáforo se ve como paisaje postmoderno, nadie la ve, a nadie importa si ella es feliz… tuvo que correr sin saber porque… por el descampado, rancho abandonado sin tiempo para el luto de su bien amado, duerme bajo un puente en la noche fría, preguntando al cielo: ¿mi Dios que se haría?, María, patria mía, si mi cantar pudiera hoy devolverte la alegría, no dudaría bella maría hacerme canción para ti… ser tu bambuco y recorrer los rincones de mi tierra, gritando al sol que el vil fusil no mata el amor…”


Y sobre esta realidad particular se han escrito muchas páginas y libros, uno especial para resaltar es el libro “Imaginando con musiquita un país” de Claudia Isabel Serrano, fácilmente descargable en formato PDF tan solo digitando el título en un buscador de internet; presenta una visión de la cosmogonía campesina y con especial énfasis en las músicas charrangueras del altiplano compartido por los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Santander donde son protagonistas también artistas ente muchos otros Nicodemus Viviescas y Jorge Velosa, autor de frase “Que vivan los campesinos y que los dejen vivir, que el campo sin campesinos existe sin existir”.

 

Tomado del libro Imaginando con musiquita un país: “La carranga, como expresión del imaginario social de las poblaciones campesinas, no escapa de narrar el desplazamiento forzoso a causa de múltiples enfrentamiento políticos y armados; los que han sido y siguen siendo motivo de dolor y desintegración de la vida rural, llevando a la desterritorialidad, transculturalidad, desarraigo y una cantidad de fenómenos que se van dilucinando, generalmente en ciudades a donde estos campesinos llegan en el proceso de reasentamiento para engrosar los cinturones de miseria. (...) El miedo se ha apoderado de los campos, los campesinos no saben a quien o que grupo les inspira mayor desconfianza; unos y otros pasan y los maltratan, los humillan, les roban, y la llamada justicia no se presenta porque los comprometidos en garantizarla son, desde un ángulo, los mismos que están propiciando la situación de zozobra.    Se deb salir corriendo, sin dar tiempo de pensar, de despedirse, ni de recoger sus enseres; dejan las tierras despobladas para llegar a la ciudad en la que sus conocimientos laborales y su práctica de vida no tienen igual valor.   Se parte con la esperanza de poder volver, pero para muchos esto también es sólo un sueño porque el resarcimiento de sus dolores no llega"

 

16. Plegaria por la paz, Merengue carranguero de Carlos Rodriguez y Orlando Silva. “Ni un hombre ni una mujer ni un peso más para la guerra, ni un llanto ni un funeral, ni un grito más por la violencia, que se cambien los fusiles, por más trabajo y por herramienta, que los juguetes no sean pistolas, rifles, granadas ni metralletas; que se cambien por requintos, tiples, sambumbias o panderetas y que en las noches felices sueños todo en silencio y puertas abiertas… soldados y campesinos que ya no mueran acribillados, no queremos más secuestros, ya no más pueblo desalojados, porque es un dolor tan grande el que nos dejan los atentados ya en los caminos lloran las viudas, lloran los niños y desplazados; que se acaben los tugurios que tanto abundan en las ciudades, porque el campo quedó solo y está pasando necesidades, no tiene quien lo coseche ni quien le cuide sus animales, se está muriendo de la tristeza porque no escucha ya sus cantares… no es callando al hermano como arreglamos la situación, es estrechando la mano como cambiamos esta nación…”

17. Caminantes, Bambuco de Luz Marina Posada Montoya. Describe con gran detalle las vivencias del desplazamiento forzoso: “Bajo las montañas tristes caminando, regando la tierra con su llanto pobre, salieron de prisa por la madrugada, sin llevarse nada, sin saber a dónde. Buscan un camino, que les ponga a salvo, que les lleve lejos de su tierra madre, de esa tierra suya que les fue arrancada, sembrada de odio regada con sangre. Tras ellos queda un rumor de muerte y de desamparo, para no perder la vida hay que abandonar el campo, pero la vida se queda allá, se quedan los sueños, se queda la libertad y van caminando sin saber si volverán; caminan cansados, caminan hambrientos sin comprender nada de su destino, blancos, negros, indios, hombres y mujeres que alumbran sus hijos en el camino… hoy nadie sabe de quién es la tierra, que ayer fuera suya esa tierra madre, si es de los fusiles o de las banderas o de quien la sufra, la cuide y la labre…”

18. El desplazado, Merengue carranguero de Nicodemus Viviescas, compositor de varias letras interpretadas principalmente por el Tocayo Vargas. “Le pido al cielo que me ilumine, por el camino que he de seguir, que pise firme, que no camine, por las tinieblas de este país. Me encuentro solo y amenazado, de este conflicto, victima soy, sin hablar nada, me han acusado, de ser rebelde o informador. Hemos sufrido las inclemencias, las más injustas de la nación, de la justicia, brilla la ausencia, el campesino, es el perdedor. De nuestros campos hemos salido, sin despedirnos del familiar, desconocemos si es enemigo, el guerrillero o el militar. A las ciudades hemos llegado, a aguantar hambre y a maldormir, somos nosotros los desplazados, los más sufridos de este país. A quien competa hablar con ellos, le solicito de corazón, que hablen y arreglen con los que tienen, a mi Colombia en el paredón. Ya me despido, no me voy lejos, porque yo espero pronto volver, mis inquietudes aquí les dejo, sabiendo el riesgo que he de correr”.

19. Parece normal, Bambuco de Luz Marina Posada Montoya. Del desplazamiento a las nuevas ocupaciones en la ciudad, abarrotadas pero con campos vacíos sin quien produzca el sustento para sí mismo y para muchos tantos: “en el alma de cualquier ciudad, diariamente se repetirá, una vieja historia un antiquísimo ritual, cambio por monedas estos chocolates, estas dos canciones, ésta herida abierta… es tan natural como si así tuviera que pasar, parece normal que tantas manos tengan que rogar; faena de obreros sin edad, recitando su necesidad, lo de su salario lo decidirá el azar… salí de la cárcel, mi madre está enferma, he llegado aquí huyendo de mi tierra...”

20. Viejo Tolima, Pasillo de Rodrigo Silva Ramos. “Que triste quedó mi rancho y abandonado, ¿por qué tuve con mi negra que irme de allí?, quedó mi trapiche solo, todo acabado, ya no es la misma tierra que conocí… me quitaron el rancho con las vaquitas y aunque eran tan poquitas eran de mí… ”

21. El indio y la cholita, Bambuco sureño de Jhon Jairo Claro Arévalo.    “Con sus manos empedradas van arando incertidumbres mientras tanto en la montaña va retumbando el tambor, de la guerra; el indio con su cholita solo quieren trabajar…”

22. Hay que sacar el diablo, Bambuco de Eugenio Arellano. “¿Que le estará pasando a nuestro país desde la última vez que yo le canté?, mi último bambuco habló de dolor, ahora las cosas andan de mal en peor, no puede uno callarse teniendo voz. Si la moral del mundo va para atrás, ¿que se hicieron los hombres que hacen el bien?, siempre la misma cosa no habrá poder, para que la justicia traiga la paz, hay que sacar al diablo no hay más que hacer. Que suenen explosiones de inteligencia sobre el herido vientre de mi país, que el pueblo desde niño tome consciencia que la violencia no llevan a un fin; aunque ya se haya dicho bueno es decirlo, hay que parar la guerra con la canción, porque solo el bambuco tiene permiso de hacer llorar el alma de la nación”.

 

cafe urbanoY de las narraciones de la guerra, las penurias y lamentos; voces que siempre deberán sonar en pasado, como vivencias que ni queremos recordar, como un camino empedrado de motivaciones hacia a la esperanza:

23. Veo la esperanza, Bambuco de Ricardo Parra y Silvia Ortega: “Se libra en campos abiertos la tierra contra el fusil, el beneficio de pocos a cambio de algunos mil, sueños cubiertos de tierra que ya no germinarán, no existe aliento de vida, nada por que trabajar. Se siente el dolor y el llanto y huele a desolación, reflejo de la impotencia que deja la corrupción, ya no tenemos memoria, se tiene que repetir, la historia que otro ha vivido y no me ha tocado a mí. En busca de una respuesta, sigo esperando que la indiferencia se aparte de mí y no vuelva más, no quiero más daño aquí, más miedo no, somos un solo país”.

24. La Lección, Bambuco de Leonardo Laverde Pulido. “He nacido en esta tierra bella por naturaleza con caudales de riqueza original, cuna de ilusiones y desigualdades donde no todos sus males en el tiempo han de durar; lo más bello de esta tierra en que he nacido es mi gente trabajando con amor, ingeniosa, persistente, laboriosa inteligente, decidió mirar al frente sin temor… ”

25. El solar, Bambuco de Enrique Aragón Farkas. Mejor obra inédita Concurso Nacional del Bambuco (Pereira).    “Y yo ví a mi patria en el solar, con la lluvia sobre las mejillas, arrugando el blanco delantal, que vistió para rezar frente a la mesa servida, donde no se cansa de esperar a sus niños que aún están jugando a las escondidas; y yo ví a los hijos de mi patria que jugaban a la guerra y a negarse las heridas…”

26. Amo esta tierra, Bambuco de Leonardo Laverde Pulido.   “Una canción no hará brotar la anhelada libertad, pero tal vez me haga soñar con lo que más quiero alcanzar… hay que soñar sin despertar, viendo los campos florecer y en los caminos ver correr a la justicia y la verdad… solo la unión fuerza nos da para volver a comenzar… somos una raza bajo el mismo sol, somos el legado del amor de Dios, una misma sangre un mismo dolor, la misma esperanza en el corazón… amo esta tierra donde nací, soy colombiano hasta morir, en tiempo buenos o en tiempos malos, por lo que amo me quedaré aquí…”

27. Cuando venga la paz, Bambuco de Juan Gabriel Coral y Leidy Ojeda. “Cuando venga la paz, vestida de pobreza la invitaré a mi casa, se hospedara en mi mesa, cuando venga la paz vestida de colores y el rojo no sea sangre, ni el azul dolores. Cuando venga la paz con mariposas verdes, de la mano la lluvia, de la mano una rosa, cuando venga la paz se apreciará la vida, la de tu hermano negro, la de mi hermano indio…”

28. Caminos de paz, Bambuco de Víctor Hugo Suárez.   “He tomado la decisión de hacer un poco por mi nación, y hacer de este tu país, mi país, nuestro país; una turba de soñadores obstinados en convivencia, es tiempo de caminar, el porvenir es la exigencia, el futuro no será fácil, porque lo fácil no tiene ciencia…”

29. Sueño de paz, Bambuco de Edison Elías Delgado.   “Imaginándome sin ti, secuestrado en toda mi libertad, te recuerdo patria te recuerdo más… escuchando un bambuco buscando en él la esperanza, déjame saber, déjame sentir que volverá mi paz amada... ven vive de nuevo y sueña conmigo, conmigo sueña paz, añorando tu llegada está la selva bella, un niño, un abuelo allá en la cordillera, yo anhelando tu presencia en todo mi país…”

30. Todavía creo, Bambuco de Carlos Alberto López.   ”Aunque las guerras no paren y las batallas se enciendan y los odios se nos crezcan como inmensas cordilleras, aunque nuestras tierras verdes de rojo sangre se vuelvan, yo todavía creo, en el amor creo y en la paz también… pues cuando hay paz las nubes negras se van, podemos ver más allá, más allá de las estrellas, y brotarán del corazón de la tierra los frutos y las ideas que harán la patria más buena… aunque con rabia cabalguen jinetes de mil venganzas, padres hijos y hermanos se llevan su esperanzas, aunque en crueles emboscadas caigan más palomas blancas… por eso yo todavía creo, en el amor creo y en la paz también…”

31. Un abrazo a la paz, Pasillo de Alex Giovanny Cañas Camargo.    “Si en tu alma habita el dolor y el miedo aprisiona tu pecho, si piensas que todo murió, dirías que ya no hay amor, tus sueños gritan ya no más violencia en los tristes caminos, no a tanta desigualdad que a todo un pueblo hace sufrir, la vida es toda una ilusión… no todo está perdido cree ya, recuerda que naciste para amar, un fruto crecerá para darle a mi Colombia paz. Como me duele que el poder opima quien esta caído, sin importar su condición de humilde en nuestra sociedad, Colombia guarda una ilusión y un pueblo añora en su destino, que no sea un inocente más el que la tenga que pagar, no al secuestro por favor, las armas no son una solución, no dejemos sangre correr, madres llorar, hombres morir; regálale un abrazo a la paz, contempla el horizonte y la tendrás, aun en la tierra puedes ver el sol brillar, gente cantar…”

32. No, Bambuco sureño de Jaime Ricardo Guío Ordóñez.    “Es el llanto de un niño , el clamor de una madre, es plegaria de un árbol,  el gemir de los ríos, el cantar de las aves, el susurro del viento, el pregón de los mares, la voz de esta canción gritándonos que no…  no, no, no, no, no, no a la guerra… no más violencia no… nos lo dice un amigo, nos lo ruega un hermano, es consejo de un padre, el pedir de los hijos, sueños de un campesino, la ilusión de un obrero, mendigar de los pobres, la esperanza de Dios, gritándonos que no… no a la guerra, no más violencia no…”.“No, No, no! no a la guerra, no. No, no, no! no más violencia, no!

 

Con absoluta certeza, se han quedado muchas otras canciones como las que he citado; son más las que faltan que las que aquí se han referido.

De cualquier manera la música juega un papel fundamental como lenguaje universal de la paz en la construcción de ciudadanía y referente histórico; seguirán existiendo diferencias y conflictos, partidos e intereses particulares; corrupción y política mal llevada, ambiciones insaciables; modos diferentes de pensar y posiciones distintas al abordar situaciones y en eso, bienvenidas las diferencias que ojalá llevaran a una construcción de una sociedad cada vez mejor, pero en lo que estoy seguro sí convergemos sin lastimarnos, es en el deseo de vivir con tranquilidad, de vivir en paz; parafraseando al carranguero mayor en su obra Planeta Tierra: "donde la vida sea la reina y donde el pancito sea la paz; donde se pueda morir de viejo y donde nadie nos joda más”.

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Columnista La Noticia Cultural
http://www.lanoticiacultural.com
Ingeniero financiero y músico por vocación

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