Entre colores, sonidos, aplausos, lágrimas de emoción concluyó la cuadragésima cuarta versión del concurso, reconocido como patrimonio cultural inmaterial de la nación el cual se llevó a cabo entre el jueves 27 y el domingo 30 de septiembre de 2018.
Con infinita alegría y la nostalgia de esperar un año completo para una nueva cita con la cultura musical bandística, finalizó el pasado domingo 30 de septiembre en la capital turística del oriente colombiano, la que se considera la más grande fiesta folclórica del país. No resulta fácil exponer los sentimientos que se experimentan cada vez que se asiste al concurso nacional de bandas, pues es la oportunidad de ver en un solo lugar a un país entero, es palpar y saborear nuestra rica identidad nacional, es recorrer con instrumentos de viento de extremo a extremo nuestra geografía. Es verdad que existen muchos grandes festivales en la agenda musical de cada año y todos son muy queridos, pero el de Paipa tiene de particular que es tal vez el que reúne agrupaciones más grandes y cuenta con la representación de casi todos los departamentos del país. El evento dura 4 días, pero se hace más intenso el sábado y domingo. Por las calles de la ciudad transitan con singular bullicio jóvenes vestidos bien sea con su traje típico de los Santanderes, el Eje cafetero, la Isla de San Andres, las ruanas Boyacenses y los taparrabos del Vaupés, quienes a su paso van dejando acordes de unidad; se canta y tararean canciones, se baila “Colombia Tierra Querida” y se produce una interacción respetuosa entre el público y los integrantes de las agrupaciones.
Este año 2018 volvió a funcionar -y muy bien-, lo que la organización llama La Gran Banda, que reúne a los cerca de 3 mil instrumentistas participantes quienes rompen filas por banda y se organizan por secciones de instrumentos para ejecutar bien sea el himno nacional o como en este año la “Pollera Colorá”, que es considerada como una de las más emblemáticas canciones de nuestra colombianidad, reafirmando el homenaje a la cumbia de nuestro país, previsto para esta versión del Concurso. Como este, otros aspectos fueron muy distintivos de las versiones anteriores: la estrategia de comunicaciones y muy buena atención a la prensa, la puntualidad estricta con la estrecha agenda prevista y el cambio en la premiación con la entrega de las distinciones Lancero de Bronce, Plata y Oro respectivamente.
Hay departamentos que han participado en más de la mitad de las versiones del concurso como es el caso de San Andrés Islas y hay otros como Caldas que tienen una masiva representación en el público y con frecuencia “arrasan” con los premios. Este año por ejemplo se llevaron diez: mejor instrumentista en percusión infantil, mejor instrumentista de maderas en categoría juvenil, mejor banda show en categoría juvenil, mejor concierto popular en categoría juvenil, mejor concierto popular en categoría básica, mejor obra homenajeada, mejor director en categoría juvenil, segundo puesto en categoría infantil, lancero de oro en categoría juvenil y lancero de bronce en categoría básica; como evidencia de ser unas de las regiones en las que mejor y más comprometido trabajo y liderazgo hay en el movimiento bandistico nacional.
Otras bandas que ocuparon las mejores posiciones son: Banda Sinfónica de Tocancipá (Cundinamarca) en la categoría especial, Banda Sinfónica Universidad del Valle en categoría Universitarias Profesionales, Banda de Planeta Rica (Córdoba) en Categoría Fiestera, Banda de Guatavita (Cundinamarca) en categoría infantil y la Banda Sinfónica de Villa Vieja (Huila) en categoría básica. El concurso brindó otra serie de reconocimientos, dentro de los que se destaca el desfile por la alfombra roja de cada uno de los directores de las bandas como acto sensible que valora la disciplina, conocimiento y paciencia que florece en cada ensayo y en cada proceso particular que se desarrolla en las regiones.
Afirma muy bien Rafael Godoy en un memorable bambuco, que somos orgullosos por ser colombianos, pero si se trata de dar razones el contar con una fiesta de este tamaño, se aporta sin duda y con mucha emotividad con las fibras del corazón a reventar de emoción, que se ha de sentir de verdad orgulloso de sentirse de esta bella tierra colombiana.
Banda del departamento del Vaupés
¡Larga vida para el concurso nacional de bandas!