Todos los concursos y festivales que se realizan en Colombia tienen su particularidad y encanto propio. Se celebran eventos de este tipo en ciudades como Cartagena, Armenia, Pereira, Bello, La Ceja, Floridablanca, Florencia, Duitama, Aguadas, Neiva, Ibagué, Cajicá entre otros. En todos los festivales se comparte el cariño y se fortalece la estima entre los amigos de la música colombiana que nos vamos conociendo y haciendo cómplices en cada cita, en cada aventura.
¿Cuál es la magia del mono?, ¿Porqué recorrer cientos de kilómetros para estar esos días de festival en una pequeña población que no supera los 22 mil habitantes?. "Es un encuentro de almas”, aseguró Paola Picón Zambrano, integrante del dueto Tierra Viva y esposa del muy querido compositor Leonardo Laverde Pulido en tarima mientras se hacía el lanzamiento de la producción discográfica “Colombia una sola Bandera”, con composiciones del maestro Laverde por supuesto.
En los días en que se celebra el Mono Núñez, se da la ocasión de hacer una “toma” pacífica y artística a la población. Todos somos amigos y aunque no nos conozcamos de nombre, es muy grato encontrar rostros conocidos, corazones que palpitan sincrónicamente a ritmo de bambucos, guabinas, danzas y pasillos.
El Mono Núñez cuenta con un abanico de eventos que ofrecen prácticamente música 24 horas durante 5 días.
El encanto está en tener acceso a los mejores músicos del país, que no están ubicados en una tarima que les “endiosa”, sino que deambulan por las calles como cualquier parroquiano.
El encanto está en los conciertos dialogados que desnudan el corazón de intérpretes y compositores, que admite preguntas y datos curiosos en un contexto de informalidad y cercanía.
El encanto está en las tertulias o remates, que suceden luego de los eventos formales de eliminatoria (en cuyos momentos se quisiera eternizar el tiempo, razón por la que algunas veces no se duerme) y la gran final que se realiza en el coliseo Gerardo Arellano.
El Encanto está en el festival de la plaza y está en los invitados internacionales que como en 2018 vinieron de México, Argentina, Perú y Venezuela.
El Encanto está en la deliciosa gastronomía valluna y en la increíble disposición de los ginebrinos que, dada la carencia de hoteles, “se arrinconan” en sus propias casas para brindar acomodación a los visitantes, acogiéndoles como si fueran su propia familia.
La magia y el encanto del Mono Núñez son los abrazos, las fotografías, la unidad y el cariño mutuo que resume todo lo anterior. Una fraternidad que no tiene precio, un cariño verdadero. No se debe ocultar que existirán también inconformidades y aspectos que se pueden mejorar; no obstante, asistir en calidad de espectador o participante, es algo que más que describir se debe vivir, es una experiencia.
¡Que vivan los festivales de música andina colombiana!