Renato Paone Columnista 
Publicado el Lunes, 21 Diciembre 2015 13:18

ORIGENES: Músicas campesinas y colombianidad

BELLO (ANT).      Lo poco que crecí lo hice en un pueblito situado en un rincón del valle de aburrá a donde el viento de media Antioquia se dirigía encajonado entre las montañas para ir a parar a las mangas1 de Niquía2 permitiéndonos tener uno de los mejores sitios en el mundo para elevar cometas, y bien aprovechadas que eran esas mangas, no solo volaban las renato paonecometas, volaba también la imaginación o quizás entrabamos en una especie de trance que nos permitía escuchar los cuentos que desde otras tierras nos traía el viento. Y entre cometas, viento, quebradas cristalinas y amigos, pasaban las horas para cerrar los días con otro maravilloso espectáculo pueblerino, la llegada del tren Carguero de sueños y comida traía a diario toneladas de alimentos, maquinaria y animales junto a centenares de habitantes de otras tierras. Allí, en la última parada antes de llegar a la “gran ciudad” se quedaba el campo.

Como aún era pequeño y silencioso el pueblo podíamos escuchar el pito del tren cuando se acercaba y corríamos a ver el espectáculo de su llegada a la estación: bajaban gran cantidad de personas, algunas, con equipaje ligero, venían a hacer vueltas3, otras, 12cargadas de corotos4 y sueños venían atraídas por la pujante industria textil y con la convicción de que aquí si había futuro, no como en el campo, que a pesar de tenerlo todo siempre nos han enseñado que hay que abandonarlo. El pueblo se iba llenando de nuevos colores, olores, sonidos y amores.

Una de las cosas más valiosas que trajo ese arrume de montañeros fue su música campesina, y no es que acá no la tuviéramos, sino que cada uno traía su propio sonido, entre tantos corotos siempre venia una guitarra, un tiple, una bandola o un violín, de aquellos de tradición paisa tocados “de oreja”. Sonidos amañadores y fiesteros, canciones llenas de dulzura, de

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